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No hay desierto

Anticipan una compilación sobre la historia de los sectores populares en Bariloche

Anticipan una compilación sobre la historia de los sectores populares en Bariloche

¿Cómo se acuñó el concepto de vecino en El Frutillar? ¿Qué similitudes tuvo la erradicación forzosa de barrios en los 70 con la edificación de 34 Hectáreas? ¿Por qué el Alto se piensa en forma separada del Centro? Son sólo algunos de los interrogantes que se abordarán en un libro de inminente aparición.

Por Adrián Moyano

 

            Si las cosas se dan como sus impulsores calculan, en mayo aparecerá un libro con varios trabajos que piensan a Bariloche desde las ciencias sociales. Anticipó el lanzamiento la historiadora Paula Núñez, quien precisó que como denominador común, los textos girarán en torno al pasado reciente de los sectores populares. Además de la investigadora, participarán del futuro volumen su compañero de estudios Daniel Fuentes (foto), la antropóloga Laura Kropf y el también historiador Alejandro Agüero, entre otros.

            Según precisó la estudiosa, “la idea que nos convoca a trabajar y nos acercó en el trabajo con Daniel, es reflexionar sobre la ciudad, sobre esta tremenda heterogeneidad que es Bariloche. Tuvimos el privilegio de consultar el archivo del Club Andino pero también mucha gente nos acercó sus memorias personales. Eso es muy lindo, al igual que juntarnos con otro grupo de profesionales de las ciencias sociales, muy interesantes y muy comprometidos con una idea: las ciencias sociales no son solamente para hacer un lindo relato sino también para ver de qué manera se puede pensar un cambio en esta ciudad”.

“En ese marco, pensamos una iniciativa que a nosotros nos gusta mucho y esperamos compartir pronto: la compilación de una serie de trabajos que apunta a reflexionar sobre la memoria y la identidad en los sectores populares. Esta es una ciudad que históricamente se ha percibido escindida en dos espacios pero que de hecho, funciona junta. Entonces, ¿qué pasa con todo ese ruido? Hay trabajos muy interesantes sobre cómo se incorpora la violencia, cuáles son las redes de diferencia, cómo se crea la categoría de vecino”, entre otros, introdujo Paula, que recientemente presentó un libro conjunto sobre la historia del Club Andino Bariloche.

La inminente publicación aportará varias miradas. “Hay un trabajo muy lindo que llevó adelante Laura Kropf sobre El Frutillar, en el marco de su licenciatura en Antropología. También un estudio de Alejandro Agüero sobre Virgen Misionera y bueno, otros trabajos sobre otros ámbitos, que llevamos adelante con Daniel. Sobre todo, la reflexión sobre qué significa esta ciudad, qué procesos ha llevado adelante la historia de la ciudad para tener hoy por hoy, esta fragmentación como problema, qué significa esto de tomar a la memoria como una de las fuentes de la historia... Estamos en eso también”.

 

Para empezar a pensar

 

No creemos que un libro de estas características tenga antecedentes. “Es una edición de textos que reflexionan sobre el tema central de los sectores populares. Cada uno con una línea de análisis. Más que opuestas, son formas de ver que por ahí, son piolas para empezar a pensar. Estamos tratando de hacer un texto muy didáctico porque de hecho, la idea es que pueda llegar a cada una de las escuelas como para que los docentes se encuentren, no sólo con la reflexión sobre los sectores populares, sino también con formas distintas de ver la ciudad, escritas de una manera que sea accesible y se pueda multiplicar”, adelantó la historiadora.

Al ángulo de Núñez y Fuentes ya se lo conoce en Bariloche, pero cabe prestar atención una vez más. “Personalmente, yo me detuve en las formas con que se ha analizado la historia de Bariloche, cómo ha sido la apropiación del espacio a lo largo de los años, cuáles fueron los hitos de ruptura, cuáles las similitudes y las diferencias... Por ejemplo, entre lo que fue la movilización a fines de los 70 de los barrios que estaban sobre el Nahuel Huapi hacia toda la zona de Arrayanes y Mutisias, y lo que fue la edificación de 34 Hectáreas. En los primeros casos, la topadora vino y sacó gente... Similitudes y diferencias en ese tipo de procesos, que fueron tan de ruptura... Procuramos también tratar de reconocer estas pequeñas movilizaciones en el espacio. Por ejemplo, hay un problema que teníamos en la cabeza: hay una gran crítica sobre la falta de participación y compromiso de los sectores populares, pero si ves que son personas que permanentemente sufrieron desarraigo, ¿qué compromiso se puede pedir? Por lo menos, habría que tomar estas situaciones en cuenta a la hora de decir: che, ahora comprométanse porque resulta que tenemos un proyecto de ciudad... ¿Qué ciudad? Si de golpe nos arrancan... Bueno, buscábamos llamar la atención sobre ese tipo de cosas”.

Afortunadamente, la iniciativa está a punto de concretarse. “Este proyecto está en la etapa de juntar fondos, pero prácticamente ya los tenemos. La economía siempre es un problema, pero ya casi están. Creemos que los vamos a poder presentar en mayo, somos súper optimistas... Está avanzado, por eso me animo a hablar”, bromeó Paula. Fue un esfuerzo muy grande de mucha gente y bueno, estamos muy contentos de tenerlo prácticamente plasmado. Así que haremos un gran aviso cuando salga, porque nosotros pensamos, al igual que muchos, que tiene que servir para algo esto de sentarse y hacer historia”. Claro que sí.

La historiadora Laura Méndez da a conocer Clarita del sur

La historiadora Laura Méndez da a conocer Clarita del sur

A partir de una serie de relatos de ficción que aporta Víctor Díaz, la investigadora se propone acercar el pasado de la Patagonia a los chicos de 5to. grado en adelante. “El futuro de la Historia de Bariloche parece bastante auspicioso”, consideró la autora.

Por Adrián Moyano

 

            En su afán por contagiar la pasión que siente por el pasado de la Patagonia, la historiadora Laura Méndez dio a conocer un nuevo libro, que además reúne características particulares. Se trata de “Clarita del sur”, un volumen que tiene como destinatario sobre todo al público infantil y que además, representa para la autora un hito en su producción, ya que lo escribió en conjunto con su marido, Víctor Díaz.

“Es un libro para chicos a partir de los 10 años de edad”, introdujo Laura, que es coordinadora de la carrera de Historia en el Centro Regional Universitario Bariloche (UNCo). La idea es siempre la misma, a pesar de que los formatos cambien y las letras también: buscar respuestas a la preocupación de cómo lograr que la historia no sea algo muerto y aburrido, sino que forme parte del universo de interés y preocupación de los chicos en edad escolar. Ese es el sentido del libro: presentar historias que pueden ser soñadas, vividas, sentidas, odiadas o amadas... Que despierten lo que sea, menos el desinterés de quienes las lean”.

La doctora Méndez supuso que “el libro es bastante extraño y no muy fácil de explicar. Es una nenita de 11 años, Clarita, que vive en un barrio de Bariloche. Su madre se fue a Puerto Madryn porque los padres se separaron, pero Clarita se quedó a vivir con su papá y su abuelo. Extraña muchísimo a su mamá y entonces le pide al abuelo si puede tener un televisor en su habitación. El abuelo le dice que no, que tiene una idea mejor: en vez de ponerte un televisor en el cuarto, te voy a contar historias de la Patagonia... Ese es el libro, la vida de Clarita durante el año y los relatos del abuelo que rescatan historias del pasado patagónico, pero protagonizadas por chicos. Es decir, los hechos históricos son reales, el proceso histórico está respetado desde al menos, lo que yo creo y pienso, pero la mirada del pasado está puesta en chicos de entre 10 y 12 años. Hay uno que iba en la carreta de los tehuelches, otro que se encontró con el barco de Magallanes en lo que después fue Puerto San Julián, el hijo de un soldado de la campaña militar a la Patagonia, un niñito que vio por primera vez el tren... Es decir, la idea es poder pensar algunos relatos de la historia de la Patagonia desde la mirada de la infancia”.

 

A la ficción desde la verdad

 

Entonces, “Clarita del sur” ya es especial para una investigadora que habitualmente escribe para otro público como destinatario, pero por otro lado reúne otro ingrediente muy especial. “Además de ser mi compañero en esta tarea tan linda de escribir, Víctor Díaz es la persona con la que vivo hace ya 18 años. Esto empezó porque Víctor le contaba a mis dos hijitas, historias en las noches cuando no había nada para hacer y estaban aburridas y demandaban... Además de ser un marido maravilloso, Víctor es un excelente narrador. Entonces, de ahí surgió la idea. Yo aporté los datos históricos, mis explicaciones acerca del pasado y él pudo transformar ese pasado en cuentos novelados y en relatos con protagonistas, misterios y fantasmas, cosa que para mí es realmente muy difícil. Yo no puedo escribir ficción, puedo escribir acerca de aquello que yo creo, tiene posibilidad de estatuto de verdad. A él le cabe aprovechar esos datos del pasado para dejar volar la imaginación”, describió la coautora.

El reciente trabaja será de mucha utilidad en el aula. “Está  pensado especialmente para el 5to. grado de la escuela primaria, cuando se enseña Patagonia de acuerdo al currículo provincial. El tema es que los manuales nacionales prescinden del espacio patagónico y se refieren al escenario argentino como lugar de enseñanza y aprendizaje. Por eso, la idea era presentar una posibilidad de aprender historia muy vinculada con la literatura y la narrativa, que empezara con el poblamiento indígena y terminara en pleno siglo XX. A partir de ahí y respetando una idea de proceso histórico, los relatos del abuelo están ordenados cronológicamente y en función de una idea central: cómo el hombre fue poblando el espacio patagónico, cómo se fue apropiando de él y qué usos y valores le adjudicó a ese sistema de relaciones que estableció en el espacio que habitaba”, aclaró la historiadora.

Como se trata de un emprendimiento que quiere llegar al público infantil, presenta una faceta gráfica que es destacable. “Tuvimos la suerte de que este proyecto le gustara a un amigo nuestro, Walter Moreno, que para la vida artística tiene el alias Kameyo. Él conoció a Clarita cuando todavía era un borrador y juntos, la fuimos pensando y diseñando. En función de los relatos del abuelo, Walter ilustró esas escenas del pasado, con ese toque tan particular que tiene, porque es un dibujante que le pone un sesgo patagónico a todo lo que hace. Cada uno de los relatos está ilustrado por él, para darle vida a aquellas cosas que las letras dicen. La idea es que uno no sólo aprende a través de lo que lee, también la imagen tiene una fuerte posibilidad de transformarse en una interesante forma de enseñar y aprender”.

Entonces, “Clarita del sur” viene a superar, aunque sea parcialmente, un vacío que era notable. De todas formas, la autora prefirió relativizar la importancia de la obra. “Las deudas que saldo son conmigo misma y no pretendo llenar absolutamente ningún hueco. Con humildad, la intención es tratar de colaborar en la búsqueda de nuevas formas de enseñanza, que logren revertir esta idea que mi hija de 13 años me reitera diariamente: mamá, si están todos muertos, ¿para qué te preocupan?”

En consecuencia, “contra este mito del eterno presente, que tiene mucha razón de ser en este mundo donde parece que los lazos con el pasado se diluyen para evitar proyecciones hacia el futuro, me parece que reencontrar a los niños con el pasado y mostrarles que es tan apasionante como cualquier película que ven en la tele o en el cine, es una tarea en la que estamos cientos de personas en el ámbito comunal: maestras, docentes y profesores de Historia que estamos preocupados por las mismas cosas. Eso hace que el futuro de la Historia en Bariloche parezca bastante auspicioso. Cuanto más pensemos sobre problemas comunes, más posibilidad habrá de resolverlos”. Difícil no acordar con esta última aseveración.

Wechekeche ñi Trawün: la música es un instrumento para llegar a nuestros hermanos

Wechekeche ñi Trawün: la música es un instrumento para llegar a nuestros hermanos

El grupo de música mapuche-fusión presentó su segundo disco en Bariloche, en el marco de su primera gira. Se vale de los ritmos más modernos y contemporáneos para ratificar la identidad mapuche.

Por Adrián Moyano



            Hasta una cumbia de formato similar a la “villera” incorporaron los Wechekeche ñi Trawün en su segundo disco, al que dieron a conocer en Bariloche. El grupo de Santiago llevó a cabo una pequeña gira por la región, que arrancó en San Martín de los Andes, continuó en Zapala y prosiguió en la Escuela Municipal de Arte “La Llave”. Cabe recordar, se trata de un conjunto de jóvenes mapuches que no le escatima espacio a los ritmos más modernos y populares a la hora de favorecer la masividad de su mensaje.

Le tocó a Paul Paillafilú trazar una semblanza de la banda. “Nosotros presentamos un repertorio de música mapuche-fusión: reggaeton, hip hop, cumbia y reggae. En el Gulumapu (Chile), cuando comenzamos con este trabajo, nos dimos cuenta que había muchos peñi (hermanos mapuches), jóvenes sobre todo, que estaban en otras cosas y les gustaban otros estilos musicales, como el rock, el hip hop, el reggaeton, lo que fuese... Entonces, nos preguntamos por qué no utilizar esos mismos estilos pero incorporando el mensaje mapuche, fusionándolo con la música mapuche. Así fue que llegamos a esta fusión, siempre teniendo en cuenta que para nosotros, la música es un instrumento para llegar a nuestros hermanos. Por eso decidimos hacer esta fusión y ahora nos damos cuenta que ha tenido una gran masificación, tanto en el Gulumapu como en el Puelmapu (la Argentina)”.

A la distancia, pareciera que entre los sectores populares trasandinos -mapuches o no-, el hip hop como género logró mayor recepción que entre sus pares de la Argentina. “Sí, hay un inserción del hip hop más importante allá que acá. También está el tema del reggaeton pero acá, nos hemos dado cuenta de que es la cumbia la que pega fuerte. En ese sentido, hemos tratado de ser lo más amplios posibles para que nuestro mensaje pueda llegar a más hermanos”, sostuvo Paillafilú. De ahí la reciente incorporación de una cumbia villera-mapuche en el repertorio de Wechekeche ñi Trawün.

Los muchachos y muchachas, ponen particular énfasis en el contenido de sus canciones, en las palabras que quieren difundir. “Principalmente, están dirigidas a niños y jóvenes mapuches. Buscamos desarrollar el tema de nuestra identidad como mapuches. En ese sentido, siempre les decimos a los niños y a los peñi jóvenes y a las lamuen: hermanos, siéntanse siempre orgullosos de ser mapuches, orgullosos de lo que somos. Tenemos mucho de qué enorgullecernos y también mucho de qué aprender, tenemos que recuperar nuestro idioma mapuzugun, tenemos que recuperar nuestra cosmovisión... Hay muchos lugares que han sido totalmente evangelizados, entonces hay bastantes cosas que nosotros como pueblo, tenemos que mantener y recuperar, luchar por nuestras reivindicaciones... En ese sentido, hacia allá apunta nuestro mensaje”, afirmó el artista.

 

Todo bien con los “viejitos”

 

Claro que la jugada entrañaba sus riesgos. Así como era previsible arribar al público juvenil con los formatos musicales de la actualidad, también resultaba comprensible un rechazo por parte de los mapuches más tradicionales. “En un comienzo, nosotros teníamos ese temor porque sabíamos que quizá podía haber críticas y todo... En un comienzo sí hubo algunas críticas, pero a medida que escucharon el disco completo y fueron analizando lo que decíamos, de a poco se sumaron al apoyo que nos había dado la gente en general. Entonces, inclusive un machi ha escuchado el disco, también viejitos en el Gulumapu y les ha parecido bien. Así que la aceptación que ha tenido ha sido mayor que la que esperábamos. Para nosotros ha sido un gran apoyo para continuar nuestro trabajo”.

Al cruzar la cordillera, los Wechekeche ñi Trawün se llevaron una agradable sorpresa. “Mira, la verdad que nunca pensamos que la música iba a provocar tanto revuelo. Esta es nuestra primera gira, estamos promocionando nuestro segundo disco: Wechekeche ka kiñe. Tocamos en varios lugares en el Gulumapu y llegamos acá desde Panguipulli. Tocamos en San Martín y en Zapala y la aceptación de la gente ha sido impresionante. Nosotros nunca pensamos que íbamos a llegar tanto a la gente. En ese sentido, estamos muy contentos”, admitió Paillafilú.

Entonces, segundo recodo en el camino discográfico. “En el nuevo disco quisimos incorporar algunos estilos que quizás en el anterior no habíamos tocado. Se mantienen sí algunos, como el hip hop y el reggaeton. También hay una ranchera. Ahora introdujimos por ejemplo, una cumbia. También nos adentramos en la salsa como estilo musical, todo siempre fusionado con nuestra música mapuche, con nuestro idioma y nuestro mensaje”.

Por eso, hay más continuidades que rupturas. “La línea sigue más o menos igual que en el primero, de música mapuche-fusión. Sin embargo, hay bastantes innovaciones, pero se tienen que ir captando a medida que se escucha el disco. De todas maneras, el mensaje que nosotros enviamos, lo podría decir un viejito en un canción tradicional mapuche. En el fondo, nosotros mantenemos ese mensaje, con un estilo y un ritmo nuevo que nos permite llegar a más hermanos”, remató el Wechekeche.

Marisa Malvestitti rescata los relatos mapuche que recopiló Lehmann Nitsche

Marisa Malvestitti rescata los relatos mapuche que recopiló Lehmann Nitsche

La lingüista intenta reconstruir biografía y pareceres de los 26 mapuches que entre 1897 y 1930, conversaron con el controvertido antropólogo alemán. De aquellas sesiones, quedaron casi 3.000 páginas en idioma mapuche, que hasta el momento no se habían traducido.

Por Adrián Moyano


Hace dos años que la lingüista Marisa Malvestitti, residente en Bariloche y docente de la Universidad Nacional de La Pampa, trabaja en la obra de Roberto Lehmann Nitsche. La magnitud intimida: casi 3.000 páginas en mapuzugun (idioma mapuche), buena parte de ellas sin traducir. La meta de la investigadora es llegar a la publicación de dos volúmenes, hecho que se produciría a mitad de año. Pero el proyecto no se limita a poner al alcance del público las recopilaciones del germano, más bien apunta a poner de relieve los relatos de los verdaderos protagonistas de la historia: los 26 mapuches que le aportaron al estudioso sus testimonios.

“Estoy trabajando en la obra de Lehmann Nitsche, un antropólogo alemán que estuvo en la Argentina entre 1897 y 1930. En su momento, recopiló muchísimas cosas, por ejemplo, sobre el folklore posterior al Martín Fierro. Pero en Alemania se conservaron en un instituto de investigación sus manuscritos de textos mapuches, que recopiló con gente que había sido desplazada después de la campaña de Roca, gente que en ese momento estaba en La Plata, en Buenos Aires o en comunidades como Los Toldos, o que iban a hacer reclamos de tierras a Buenos Aires”, introdujo Marisa.

Esos manuscritos son sumamente importantes porque “él anotó en mapuzugun. Hubo algunos mapuches que colaboraron con él, ya sea ayudándole a traducir -no sabía mapuzugun- o recopilando y juntando otros materiales. Cuando reunió todo ese material, decidió escribir un libro que quedó inédito, no sé por qué motivo... Después, volvió a su país y el material quedó en Alemania. Cuando murió, su familia volvió a la Argentina pero el material quedó allá. Por suerte, en el Instituto Iberoamericano, donde está, tuvieron ganas de publicarlo, hubo un par de contactos y yo comencé a trabajarlo”, explicó la lingüista.

Entonces, “está en vías de publicarse un libro o dos, porque son 2.900 páginas en mapuzugun. Es muchísimo. Parte está traducido y parte no. Por un lado, estoy tratando de publicar una compilación de todos los consultantes de Lehmann Nitsche, que fueron 26. En estos tiempos estuve buscando más datos y encontré fotografías de ellos, datos biográficos y gente descendiente, con quienes intercambiamos materiales y fotos. Eso pasó en Los Toldos, donde Lehmann Nitsche estuvo en 1920. Contacté a la organización mapuche de allá, viajé y encontré gente que me decía que su bisabuela, por ejemplo, le había contado tal cosa a Lehmann Nitzche. La verdad, eso es lo lindo. No sólo trabajar con textos que seguro que tienen su valor histórico y por supuesto lingüístico, sino también los contactos que se dan, porque los textos nos están hablando del presente”, consideró Marisa.

 

Valioso hallazgo

 

Obviamente, el legado del antropólogo alemán se puede convertir en un auténtico tesoro para los investigadores y para los propios interesados, es decir, los mapuches. “En uno de los textos que está sólo en mapuzugun y del que hice ahora una primera traducción, un mapuche que se llamaba Catrilaf y pertenecía al grupo de Sayweke, cuenta cómo fue recorriendo todo este territorio antes de la llegada de las tropas del Ejército, junto con los lonkos Inakayal y Foyel. Cuenta también cómo ellos decidieron presentarse y cómo fueron discutiendo esa decisión. Hay que tener en cuenta las palabras, porque al presentarse, ellos no interpretaban que se estaba rindiendo o haciéndose prisioneros. Pero el Ejército, cuando ellos se presentaron, los tomó como prisioneros. Los trasladó desde Aldea Apeleg, allá en el sur, hasta Carmen de Patagones. Allí los embarcaron hasta Buenos Aires y en ese trayecto, muchas veces fueron encerrados en un corral y atados para que no se escaparan, es decir, tratados como prisioneros de guerra cuando la propuesta que habían hecho los militares era otra: preséntense, que los vamos a tratar bien... Todo eso fue mentira”.

Si bien cuenta con algún respaldo, la tarea que se fijó la investigadora descansa sobre todo, en el esfuerzo propio. “El instituto alemán colaboró con la primera beca para que yo pudiera ir e interiorizarme sobre el contenido de los textos y empezara a trabajarlos. Después obtuve otra beca para la publicación, eso es importante. Así que el libro va a poder salir, pero no tengo un subsidio permanente ni nada por el estilo. El trabajo lo estoy haciendo en mi tiempo, me autofinancio, como toda la gente”.

La iniciativa está en la cuenta regresiva. “Falta el último procesamiento de información. Me faltaban chequear algunos textos, por eso fui a Jacobacci hace poco. Pero bueno, hay algunas cosas que los hablantes actuales tampoco pueden delimitar, tal vez porque Lehmann Nitsche anotó mal o porque eran modismos de la época que ahora no se usan. Digamos que los textos en mapuzugun ya están traducidos, faltan introducir en el texto algunos cambios. También falta que escriba el capítulo de introducción para ubicar un poco más a Lehman Nitsche, que además fue una personaje bastante controvertido, por lo menos desde nuestra mirada”, consideró Marisa.

Fiel producto de su época el científico europeo. “Iba a tomar datos de los indígenas del norte en los ingenios, cuando obviamente, no estaban en buenas condiciones. También hay algunas fotos que tomó en Tierra del Fuego a mujeres alakaluf o yagan, él cuenta la situación en qué vivían y uno se pregunta: cómo sacó una foto y no se le ocurrió hacer una denuncia... Participaba absolutamente del dogma positivista del siglo XIX y además, trabajaba en el Museo de La Plata, que tampoco era una institución muy progresista. Por eso, intenté darle una vuelta al libro. Está bien, Lehmann Nitsche tiene que figurar porque fue quien recopiló, pero los que acá son importantes son los mapuches que quisieron contar todas estas cosas. Por eso el libro está organizado sobre la base de las personas, por eso también tardé más al buscar los datos”.

Como todo hallazgo, las recopilaciones del alemán producen confirmaciones y novedades. “Hay muchas ratificaciones, pero lo que cuenta Catrilaf sobre cómo fueron tomados prisioneros, es el único testimonio de la época en mapuzugun que hay sobre el tema. Porque se pueden leer los partes militares o los relatos que se cuentan actualmente, que a veces son en mapuzugun y otros en castellano. Éstos son compatibles con lo que cuenta Catrilaf, que tendría 50 años o más en ese tiempo. Él habla como gente de acá, del sur del río Limay o del País de las Manzanas, y habla exactamente igual que la gente de acá de la actualidad. Diferente a las maneras de la gente de Los Toldos o los catrieleros, que por ahí tienen otras expresiones y modos de hablar. Eso es lo que a mí me interesa porque soy lingüista, precisamente: las variantes que hay dentro del propio mapuzugun”. Se viene la divulgación de un trabajo muy valioso.

Mansilla Contreras: recuperar la memoria es una tarea del poeta

Mansilla Contreras: recuperar la memoria es una tarea del poeta

Junto con el pampeano Sergio De Matteo y el chubutense-neuquino Andrés Cursaro, protagonizó el Encuentro de Poesía Patagónica que se desarrolló noches atrás, en el Centro de Encuentros Culturales de Bariloche. Poeta del sur de Chile, entre sus temas tiene al " mundo indígena, que en la zona nuestra está asociado a la cultura mapuche-williche". Definiciones desde Coyhaique.

Por Adrián Moyano

 

            Entre los poetas patagónicos, la frontera política que separa a la Argentina de Chile, es poco menos que virtual. En los últimos días del verano de Bariloche, confluyeron aquí el pampeano Sergio De Matteo, el chubutense-neuquino Andrés Cursaro y el trasandino José Mansilla Contreras, que vive en Coyhaique. Los tres protagonizaron un pequeño pero significativo Encuentro de Poesía Patagónica, que organizaron el grupo de poesía El Diente en el Ojo y el Centro de Encuentros Culturales. Una buena excusa para soslayar la aduana también periodísticamente.

            Coyhaique está más al sur, a la altura de Comodoro Rivadavia pero al otro lado de los Andes, a unos 60 kilómetros del Pacífico. Cuenta con 50.000 habitantes y una intensa actividad cultural. “Mi poesía se inscribe dentro de la poesía del sur de Chile. Es una poesía que tiene a cultores tan importantes como Pablo Neruda y en Punta Arenas, a Rolando Cárdenas. Dentro de esa herencia cultural está mi poesía, que de alguna manera recupera un poco la memoria colectiva de la gente del sur de Chile y de la Patagonia en general. Desde mi perspectiva, los chilenos no están sólo en Chile, sino también en la Argentina, sobre todo en la Patagonia. De manera que esa memoria es una tarea de recuperación del poeta. También recupera aquellos aspectos de la memoria del sur de la Patagonia que no ha sido vistos desde la perspectiva oficial. Por lo tanto, es bueno plantearse miradas que asuman ciertos aspectos de la realidad que todavía son desconocidos o marginados por el tiempo”, disparó Mansilla Contreras.

            En ese sentido, la agenda es muy amplia. “Está el tema del mundo indígena, que en la zona nuestra está asociado a la cultura mapuche-williche... El tema de las relaciones entre trabajadores y gente del mundo rural, como los estancieros... El tema del mundo obrero, con la generación de algunos desarrollos mineros en distintas épocas en la región de Aisén... Por supuesto, es una memoria que también recupera la emocionalidad de la gente más sencilla, que no ha sido una emocionalidad simple, sino bastante sufrida. La idea no es hacer sufrir al lector con lo que uno dice, sino más bien generar un proceso de reflexión, que tiene que ver con volverse hacia adentro. Por lo menos en mi caso, la poesía mía genera algunos silencios y algunas reflexiones cuando leo en público. Pero generalmente, también me adecuo al público y veo cuál es la relación que tengo que establecer en el momento con la gente con la cual estoy hablando. He tenido la oportunidad de recitar en Ushuaia, en Trelew, en Caleta Olivia, en Chillán, en Santiago... Así que me experiencia no solamente ha significado publicar libros sino también hacer recitales de poesía, que de alguna manera se parecen mucho a otro tipo de expresiones artísticas. Colocarse frente a un público no es exactamente dedicarse a leer de una manera aburrida, sino establecer una conversación y buscar ciertos hitos emocionales para que la gente se vaya encontrando con uno”, consideró el poeta.

 

“Historias no resueltas”

 

            Ese vínculo con la tierra, con las características que son propias del sur chileno, es común denominador en varios de los poetas trasandinos que periódicamente visitan Bariloche. Pero como se verá, no todas las poesías de aquellas latitudes se parecen. Para Mansilla Contreras, en primera instancia aquella identificación “tiene que ver con historias no resueltas del país. Es más o menos parecido a las historias familiares que a veces no se resuelven y a veces explotan por el lado de la violencia o de distintos modos. Creo que en la poesía también existe una responsabilidad histórica, que dice que hay hechos de la historia que no se han resuelto. Pero también en ese esquema general de la poesía del sur de Chile, hay distintas variantes. No todo el mundo está preocupado por hacer una poesía histórica, si pudiéramos llamarla de alguna manera, ni exactamente todo el mundo se sigue lamentando respecto de hechos que ya pasaron. Es una poesía que hoy día también está conectada con la realidad de la Patagonia o del sur de Chile, que tiene que ver por ejemplo, con el tema medioambiental. Hay un poeta de Punta Arenas que se llama Oscar Barrientos, que escribió un libro cuyo eje central es el río Las Minas, que cruza Punta Arenas. Pero este río está tan contaminado que allí va a depositarse todo: el orín de los borrachos, las miserias y en el fondo, toda la porquería que genera la ciudad. Entonces, la mirada ya es otra, no es enaltecedora del ser humano. En el fondo, es decir, este ya no es el río Las Minas, esto es podredumbre o desperdicio. Así que hay otras miradas en este sentido y también hay otros poetas que han explorado lo que está pasando con los nuevos lenguajes asociados al hip hop, a la cultura de los graffitis. Ese tipo de lenguaje ya no es un lenguaje castellano, como nosotros quisiéramos, sino un absoluto híbrido,  donde empiezan a mencionarse elementos asociados al inglés, a otras expresiones que son más bien modos de hablar particulares, en este caso de las tribus poblacionales”, describió el escritor.

            Al generalizarse el recital de poesía en los últimos años, ¿se escribe pensando en el momento de enfrentar al público? ¿O al escribir no se piensa que habrá más allá del poema en sí mismo? Mansilla Contreras tiene una metodología. “Escribo básicamente muy conmocionado. Yo creo que uno es un pequeño engranaje, una pequeña burbuja donde va construyendo ciertas temáticas. Esa burbuja finalmente necesita romperse y abrirse. Cuando se rompe, entonces uno empieza a escribir. Pero también empieza a separar, hay cosas que uno se da cuenta que no son para los lectores. A veces hay cosas que son demasiado torturantes, repetitivas o poco interesantes. Entonces, dice: esto no lo voy a publicar ni lo voy a leer. Ahí entra una segunda parte que es la responsabilidad que tiene el escritor hacia el público. Creo que es el problema que se da con muchos poetas, que creen que pararse encima de un escenario es decir, vomitar y vomitar, sin hacerse responsable de lo que se está diciendo. Yo creo que uno tiene que hacerse responsable y tener una propuesta en el escenario. Es también una manera de decirle a la gente: miren, reflexionen sobre esto... No creo que el poeta o el artista en general, deba ser un irresponsable cuando se comunica con su público”.

Diana Lenton: siempre hemos tenido un enemigo interno de turno

Diana Lenton: siempre hemos tenido un enemigo interno de turno

Diana es doctora en Antropología Social, docente e investigadora del Departamento de Ciencias Antropológicas de la Universidad de Buenos Aires. Junto con el historiador Walter Delrio, coordina la Red de Estudios sobre Genocidio en la Política Indígena Argentina, que reúne a antropólogos, historiadores, abogados y especialistas de otras disciplinas. La siguiente entrevista la realizó Ximena Pascutti para el periódico Perfil

¿Qué lugar ha tenido la tortura en la constitución del Estado argentino?

La tortura es un elemento más de la imposición de un régimen de destrucción de la cultura. Se ve claramente que la historia de la política indígena argentina, si la tomamos como un proceso de larga duración, es ante todo un plan genocida, más allá de momentos de buena voluntad. Hay documentación y denuncias de época que hablan de torturas en tiempos de la Campaña del Desierto de 1879 o un poco antes. Durante el roquismo había protestas permanentes contra los abusos realizados por parte de los soldados en campaña. Como se lee en el Martín Fierro, una forma de la tortura era el uso de los cepos. Aun hoy, en la memoria histórica de las comunidades originarias se cuenta cómo a los prisioneros los desgarronaban para que murieran desangrados, y hasta se dice que los castraban. Las mujeres eran violadas sistemáticamente. Los genitales fueron usados en toda época como botín de guerra.

¿Es aplicable la noción de genocidio en la Campaña del Desierto?

Hay investigadores que separan el etnocidio del genocidio. Es decir, diferencian el ataque con intención de destruir las culturas, de la destrucción física de la gente. Para mí van juntos: el daño y la desestructuración que provoca en un pueblo un ataque en su población repercute en las posibilidades de transmitir su cultura. En nuestro caso, hasta Darwin se escandalizó. En “Viajes de un naturalista por el Plata”, cuenta que los soldados de Rosas mataban sistemáticamente a las mujeres pampas o ranqueles menores de 20 años porque “tenían muchos hijos”. Para Darwin la extinción de los pampas no era consecuencia de la selección natural, sino de la acción del gobierno. También hay documentos que hablan de gente que en 1879 era llevada a campos de concentración. Junto con la acción militar de vaciamiento de la tierra, hubo otras acciones que tendían a la eliminación global de la gente.

¿Como los posteriores centros clandestinos de detención?

Este tema lo investigó el antropólogo argentino Walter del Río. El cree que existió un plan militar concreto de encerrar a muchos sobrevivientes en la zona de Valcheta. Parece que fueron lugares de concentración con alambres de púas de tres metros, con gente muriendo de hambre. Eso se lee en las memorias de colonos galeses como Evans. Fueron miles de personas, pero no tenemos el número exacto. Tras ser atacadas algunas poblaciones, se las obligaba a ir a pie a Junín de los Andes o Bahía Blanca, y muchos morían en esas larguísimas marchas. A los que iban quedando por el camino, los mataban. A muchos los encarcelaban en la isla Martín García. Se dice que por allí pasaron entre 10 y 20 mil personas. Hubo que habilitar dos cementerios especiales en 1879. Otros eran alojados en los cuarteles de Retiro o Miserere en la Capital Federal; esto provocó la reacción de la prensa y de la gente “consciente” que se escandalizaba por esta muestra de barbarie dentro de la capital civilizada.

¿Cuál era el objetivo de concentrarlos o trasladarlos?

Creo que no hubo una política integral, al menos a fines del XIX. Fue una cosa espasmódica, según quien decidiera. Cuando el general Villegas capturó al cacique Pincén, que era todo un objetivo, Roca insistió en que lo enviara a Buenos Aires para dar un escarmiento a los que quisieran resistir en la Patagonia. Villegas, en cambio, quería tenerlo a mano para que los indígenas no le armaran una rebelión. Desde Buenos Aires se veía más útil el vaciamiento, desarticular las lealtades. Es llamativo cómo se repite en los telegramas de Roca eso de que hay que escarmentar, llevarse a la gente y que sus familiares no sepan adónde.

¿Un antecedente de las desapariciones sistemáticas de fines del siglo XX?


Y sí, es difícil no asociar con los desaparecidos. ¿Por qué no hubo en ambas épocas ejecuciones públicas aleccionadoras? ¿Tal vez porque el Estado no tenía legitimidad suficiente para hacer al menos un juicio militar? En 1882, Estanislao Zeballos pedía juicios sumarios a los araucanos, bandoleros según él, para que se los fusilara. Pero el Ejército los desaparecía. Zeballos, a pesar de lo terrible de su propuesta, pedía cierta legitimidad, que se supiera que a la gente se la fusilaba. Quedó en actas: Roca prefería la desaparición.

¿Qué efecto tenía esto sobre la población?

El efecto buscado es el mismo que décadas más tarde. Alimentar una sociedad basada en el terror. Por eso, el genocidio no debe considerarse un problema de los pueblos originarios ni de los militantes de los 70, sino de una sociedad constituida como parte de un Estado terrorista. Ese proceso lo inició esa generación del 80, al disminuir las legitimidades y no escuchar a los sectores que se oponían a los excesos. Fue una elección política. El Ejército podía hacer lo que quisiera con los opositores, en este caso los pueblos originarios, como después ocurrió con los militantes: violar a las mujeres, llevarse a sus hijos. Cuando Roca propuso repetir la experiencia de la campaña en el Chaco en 1884, Aristóbulo del Valle, representando a la oposición legislativa, se negó. Y no eran pocos los que fuera del Congreso Nacional tampoco quisieron. Ya decían que en la campaña a la Patagonia se habían violado todas las “leyes de la civilización. Hay una autocrítica muy importante de Aristóbulo del Valle que dijo: “Hemos reinsertado la esclavitud, la trata de blancas. Hemos convertido a las mujeres, los ancianos y los niños en botín de guerra… todo lo que no queríamos para nuestra sociedad”.

Salvando las diferencias, ¿no sucede algo parecido ahora? Aunque la Argentina adhiere a convenios internacionales, en comisarías y penales se siguen usando la picana y otros métodos de tortura, según el último informe anual de la Procuración Penitenciaria de la Nación.

Lo importante es la conciencia. Ciertos movimientos de derecha buscan reinstalar estas cosas cuando no hay conciencia del otro lado. Como investigadores tenemos que preguntarnos eso: ¿por qué, si en todas las épocas había gente crítica, sucedieron estas cosas? En épocas críticas, en la clase política muchos hacen la vista gorda, sobre todo cuando empiezan a repartirse los premios. Mitre tenía editoriales en el diario La Nación donde acusaba al gobierno de Roca de estar cometiendo crímenes “de lesa humanidad” contra los ranqueles. Así, textual, en 1878. Luego del reparto de tierras pasaron a ser aliados políticos y nunca más una crítica.

¿Habrá ocurrido, como muchos dijeron luego de los 70, que no se sabía lo que estaba pasando?


No. La sociedad de fines del siglo XIX estaba denunciando crímenes de lesa humanidad. En la Cámara de Diputados hubo debates sobre el proceder de la Sociedad de Beneficencia, que se apropiaba de los chicos y se los regalaba a otras familias, como sucedió también en la última dictadura. En la Argentina todo se repite. Lo que pasó en los 70 no es nuevo, tal vez haya tenido otra extensión y otro impacto sobre las clases medias e intelectuales. Lo peligroso, en toda época, es que esas clases dominantes instalen sus intereses particulares como generales. Presentar la Campaña del Desierto como una epopeya, como algo que estuvo bien porque si no “la Patagonia se la quedaban los chilenos” o porque “no había otra manera que asesinando”. No sabemos qué hubiera ocurrido sin la Campaña del Desierto. Pero sabemos que fue una guerra contra la sociedad civil, no contra un agresor externo.

Otra coincidencia con la última dictadura.


Desde hace ciento cincuenta años hemos tenido siempre un enemigo interno de turno: los indios, los federales o los unitarios, los caudillos y los vagos de la pampa, la barbarie, los cabecitas negras, los de pelo largo, los villeros, y un discurso de la seguridad que promete acabar con el problema acabando con el enemigo. El Estado se va configurando en esa guerra permanente hacia adentro. Una característica de los regímenes de terror es la definición previa de un grupo que será perseguido, como enemigo no ya del sistema político sino de la humanidad o la civilización. En ese trabajo de definición, que generalmente va contra la experiencia histórica y el mismo sentido común de los contemporáneos, creo que está la raíz del genocidio que viene después.

¿Cómo operaron más tarde los mecanismos violentos aprendidos en esa época?

En las comunidades aborígenes, la herencia es el silencio. Tal vez ocurre en el resto de la sociedad, no aborigen, que ha sufrido los efectos del terror. Muchas familias no quisieron transmitir a sus hijos sus historias sobre torturas, violaciones y desarraigo. Hay gente que sospecha que es descendiente de indígenas, pero no puede reconstruir el camino. A muchos chicos los regalaban, los bautizaban y les cambiaban el nombre. No saben a qué familia o linaje pertenecían sus abuelos o bisabuelos, ni a qué zona. Los repartían en Buenos Aires, pero podían ser de la Patagonia o del Chaco.

¿Nos define como argentinos cierta indiferencia ante los avances estatales sobre la libertad del ciudadano, su voluntad o su cuerpo?

Lo tenemos bastante naturalizado. Hay una predisposición a aceptar que el que manda puede hacer lo que quiera, y que eso es bueno para la conservación de intereses supuestamente comunes. Es falta de conciencia ciudadana en relación con los derechos, y creo que en esto están en deuda los partidos políticos. Una de sus tareas debería ser la educación para la convivencia y para las garantías. Ahora esperamos que el Estado nos de todo, o que se reforme a sí mismo. Nos falta debate público en serio, y también entre los académicos. La pregunta es cómo hacemos para que no se repita el horror.

¿Cómo hacemos?


Hay que cambiar el juego político. Veo un cambio en la gente joven, una voluntad importante, que es muy esperanzadora. Pienso que estas cuestiones políticas no se dan de manera aislada, sino que tienen raíces en otras formas de autoridad que están fuera de la política, en la organización familiar, escolar o empresarial. Si esa autoridad comienza a cambiar en otros rubros, tal vez pueda cambiar en la política.

¿En un siglo?


Tal vez un poco más.

Rodolfo Cansino da a conocer Trovaukanche

Rodolfo Cansino da a conocer Trovaukanche

Por Adrián Moyano

E
l guitarrista y cantante se identifica con la canción popular y la trova patagónica. Además, se reconoce mapuche. Ante la carencia de lugares propicios en su ciudad, presentó el trabajo en El Bolsón, en el salón de una radio comunitaria.

 

            Trovaukanche es el segundo disco de Rodolfo Cansino. No hay que esperar un lanzamiento que recurra a los recursos del marketing ni a presentaciones grandilocuentes. De hecho, la mayoría de las copias de Sin fronteras ni alambrados, el primer registro de Rodolfo, circuló de mano en mano. El creador se presenta como cantor popular y además, se reconoce mapuche. Apuesta entonces, por la coherencia.

“Lo estuve grabando estos días en El Bolsón, en la radio comunitaria FM Alas. Más o menos, el título quiere decir la trova para los rebeldes, es decir, trova para nuestra gente. Es una denominación intercultural, sí”, concedió el joven músico, que es de Bariloche pero hace tiempo está estudiando en General Roca. “Todavía me quedan tres años, terminé el ciclo básico y sigo estudiando. Dentro de poco me vuelvo para allá, para Fiske Menuko”. Esa es la denominación que los mapuches le dan a esa ciudad del Alto Valle.

Con la apelación a la trova, Cansino además inscribe su propuesta en una tradición del folklore patagónico que tiene ya unas décadas a cuestas. “La mayoría son temas míos pero también hay de autores regionales. Por ejemplo, hay uno de un trovador que viene ya de larga data, de la zona de Esquel, pero que ahora está viviendo en El Maitén: el Chele Díaz. Él canta y ha escrito cosas muy importantes, tanto para nosotros los mapuches como para los no mapuches. Ha marcado un camino”.

Hay que decir que se cuentan por decenas los creadores e intérpretes patagónicos que no se contentan con cantarle a las bondades del paisaje. También hay versos punzantes que se detienen en las amarguras y alegrías de los peones camperos, de los obreros petroleros y de los mapuches desplazados. Pero claro, tantas cuecas, chorrilleras y loncomeos no suelen llegar a los grandes medios de comunicación de la región. “No es casualidad que no se escuche a este gente que viene cantando hace tiempo”, corroboró Cansino.

En Trovaukanche aparecen más obras firmadas por el joven músico que en su primer trabajo. “Sí, hay más composiciones propias que en el anterior, pero igual siempre trato de poner obras de la gente que viene cantando”, insistió. “También tengo un tema del Chacho Liempe, que viene cantando hace tiempo. Es un militante viejo, sí”. Liempe integra la coordinación política del Consejo Asesor Indígena (CAI), la organización mapuche más veterana de Río Negro.

 

Del barrio al campo

 

Más allá del origen medieval del término, en Latinoamérica la noción de trova refiere a la canción que se entromete con las cosas de los pueblos. “Trato en sí de crear la fusión entre lo que es la música que nuestra gente interpreta en el campo y la trova que escucho yo. Trato de crear un estilo propio. No va a sonar tan rural como lo que toca nuestra gente en el campo porque intento crear esa fusión y mostrar nuestra visión como mapuches, tanto desde el barrio como desde lo que es Chile”, explicó Rodolfo.

El contenido literario, puede adivinarse. “Las letras hablan sobre problemáticas nuestras, las ancestrales y las actuales. La invasión para nosotros nunca terminó”. Por eso, el circuito que frecuenta Cansino no tiene que ver con los “pubs” o reductos similares. “Al disco anterior lo vendí en cada recital que hacía, en cada presentación. También se movía cuando canto para organizaciones mapuches u organizaciones sociales. Siempre dejo algún CD para que lo graben, porque no está prohibida ese tipo de reproducción entre nosotros. Los lugares que me presento son todos alternativos, voy a cantar a Zanon (la fábrica bajo control obrero) y este año (2006) fui a cantar al Festival de Todas las Artes Víctor Jara, en Gulumapu (Chile), allá en Concepción. Estuvimos cantando con grupos de folklore de allá, de rock y de hip hop. Así que ando bastante y tengo difusión, pero más que nada en ese tipo de espacios, los espacios alternativos”.

Es que precisamente, el autor de tantas obras que hoy integran el cancionero popular, forma parte del repertorio de Cansino. “Siempre canto temas de Víctor Jara o dedicados a él. Entonces, se dio una relación porque la mayoría de la gente que fue a ese festival, está en la misma onda, en esta línea de cantar. Aunque no sean todos trovadores, sí son referentes del canto popular”.

Al menos por ahora, el trovador mapuche no podrá presentar su nuevo trabajo en su ciudad. “Lamentablemente, acá en Bariloche no hay muchos espacios para presentarse, hoy por hoy. Hay que pagar muchas cosas, así que lo presenté pero en El Bolsón, en FM Alas. Por cuestiones de tiempo, no voy a alcanzar a hacer nada por acá, porque la semana que viene parto para el Valle”.

El último tema de “Trovaukanche” termina de pintar de cuerpo entero el ideario del músico. “Empecé a escribir un trabajo sobre las décimas y centésimas de Violeta Parra. Ese era un desafío que le hizo el hermano de Violeta: si ella era tan buena para el verso, que escribiera una centésima más larga que el universo... Ese trabajo se conoce poco, ella llegó hasta los 300. Yo traté de tomar la idea y empecé a escribir, intento contar el proceso nuestro como pueblo... Queda el final abierto, porque esto sigue”. Claro que sí.

Norma que suspende desalojos a indígenas se aplica por primera vez en Río Negro

Por Adrián Moyano 



Un fallo de un tribunal de Bariloche favorece a la comunidad Pedraza-Melivillo, del paraje Carrilaufken Grande. Es la primera sentencia que invoca la Ley Nacional de Emergencia de la Propiedad Comunitaria Indígena. El Consejo Asesor Indígena valoró la decisión.

 

            El Consejo Asesor Indígena (CAI) consideró que un reciente fallo de la Justicia de Río Negro abre nuevas perspectivas ante las demandas que formulan las comunidades mapuches de la provincia cuando reivindican diversos espacios territoriales. La decisión judicial fue la primera en invocar la Ley Nacional de Emergencia de la Propiedad Comunitaria Indígena, que se sancionó en los últimos meses del año pasado. En virtud de sus artículos, un tribunal de Bariloche ordenó a la Dirección General de Tierras y Colonias suspender el  desalojo que ordenara contra la comunidad mapuche Pedraza-Melivillo, del paraje Carrilaufken Grande.

            “Chacho” Liempe, integrante de la coordinación política del CAI, puso de relieve la nueva coyuntura. “Este conflicto tiene en su base lo que siempre ha sucedido con las fracciones de territorio que ha ocupado la gente nuestra después de terminada la campaña militar. Instalados ya los Estados, hubo una forma de dejar que la gente esté en los campos y una política de tierras, de no darle nunca seguridad. O sea que por muchos años, anduvo la gente nuestra buscando algún tipo de seguridad legal en los campos donde el Estado había dado permiso precario de ocupación”.

            Esa es una característica común en la abrumadora mayoría de los conflictos que tienen como protagonistas involuntarias a comunidades mapuches en el ámbito de Río Negro. Pero hay elementos más recientes. “Ante la necesidad que tiene el gobierno, según dice abiertamente, de recaudar fondos, pasan a entregar títulos de propiedad, pero no reconociendo los nuevos derechos que tenemos como pueblo mapuche. Eso ha llevado a través de tantos años a situaciones de despojo y de estafa bajo distintas formas”, historió Liempe.

            A las familias Pedraza-Melivillo le tocó en suerte vivir una circunstancia desagradable. “Ante la situación difícil que se vive en el campo, esta familia tuvo que salir por problemas de salud y de edad hacia Bariloche. Cuando volvió después de varios años, el campo había sido vendido por parte de un pariente. Después se vendió otra vez a un marino que es de Bahía Blanca. Ahora, Doña Juana y su familia hace tiempo que están instalados ahí, pero la Dirección de Tierras mandó una orden de desalojo. Ahí se inició el conflicto. Nosotros salimos a apoyar y si bien se había avanzado en la lucha judicial, después el Superior Tribunal de Justicia dictó un fallo contrario. Hasta que llegó esta instancia: aprobada esta ley, nosotros recurrimos a ella y se aplica por primera vez. Entonces, se suspende el desalojo por tres años y el gobierno tiene la obligación y responsabilidad de regularizar la situación”, celebró el referente mapuche.

 

Las cosas por su nombre

 

            El fallo lleva la firma de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de San Carlos de Bariloche y es particularmente relevante. “Por empezar, con este mismo hecho se le reconoce el derecho que tiene la comunidad como preexistente al Estado, al ser parte de todo el pueblo mapuche. Por otro lado, hay una cosa muy importante: deja clara la inconstitucionalidad o la ilegalidad por parte de la provincia de Río Negro, de insistir con la aplicación de la Ley de Tierras 279, cuando se trata de gente perteneciente a los pueblos originarios. Son dos o tres puntos muy importantes y también abre otra posibilidad, porque la Ley 2.287 Integral del Indígena, más allá de que algunos peñi (hermanos) la critican, tiene algunos puntos que permiten utilizarla. Por ejemplo, la investigación de los casos de robos y usurpaciones por parte de terceros, de gente que se ha ido convirtiendo en verdaderos terratenientes y también, por parte del mismo Estado, como ocurre en los últimos tiempos”.

            La decisión del tribunal también puso en segundo plano la cuestión de la personería jurídica. “Esa era una discusión inclusive dentro del plano legal, que quedó esclarecida con un fallo de un juez de Bariloche. Tuvo relevancia nacional e internacional e inclusive el gobierno lo puso como ejemplo en el caso de la comunidad Kom Kiñe Mu, cuando se la reconoció como parte de un pueblo originario preexistente. Lo que pasa con la personería jurídica es que según manifiesta el juez, es un derecho, no una obligación de las comunidades, porque el reconocimiento está establecido por la Constitución Nacional. Entonces, la ley esta (la de Emergencia) se aplica, tengan las comunidades personería jurídica o no. Ese es un punto en el que algunas instituciones del Estado insisten, pero más que nada con el ánimo de atomizar la lucha de nuestro pueblo. Al no conocer, nuestra gente, busca la personería jurídica. También están los que la utilizan, no tanto para reafirmar la lucha por el territorio, sino porque quieren proyectos, becas y sueldos con que beneficiarse”, ironizó el hombre del CAI.

            En definitiva, la puesta en práctica de Ley Nacional de Emergencia de la Propiedad Comunitaria Indígena “abre una situación nueva. A esa ley nosotros la cuestionamos desde el principio porque fue inconsulta. El Convenio 169 de la OIT dice que cualquier acción que se haga que afecte los intereses de los pueblos originarios tiene que ser consultada, pero esta ley salió de un día para otro. Bueno, ahora está y nosotros la vamos a utilizar... Por eso abre una situación nueva para todos los conflictos que tenemos y una posibilidad para todos aquellos peñi, se encuentren donde se encuentren, de pelear por lo que realmente nos pertenece. Ahora depende de nosotros”.

            Entonces, 2007 arranca con un horizonte distinto para el CAI y para las comunidades que se expresan a través de esa organización “de base del pueblo mapuche”. Liempe explicó que “hemos estado durante algunos años por decisión política propia, saliendo a los medios sólo en casos como este. Pero este año tal vez salgamos más a la opinión pública porque estamos frente a un punto clave o muy importante ante el Estado. Por parte del gobierno, nosotros no hemos visto nunca voluntad política de reconocer nuestros derechos como pueblo. Eso ha llegado a instancias límites: si bien en el plano judicial se ha avanzado, se llegó a un punto donde el gobierno tiene que tomar la decisión política de entregar nuestros territorios. Pero se resiste. Entonces, veremos qué otras formas buscamos para lograr lo que legítimamente nos pertenece. El reconocimiento legal ya está, ahora hay que buscar que se aplique”.